miércoles, 16 de febrero de 2011

Elena.

Como si fuese normal, él la miro, ella también, cruzaron miradas unos segundos, pero pareciera que fuesen horas, un nerviosismo que no acostumbraba a tener estaba en su estomago, esa magia se presentaba, y él no sabía que era, acaso lo llamaba el amor, o era solo timidez de que lo viera una mujer tan hermosa, sus ojos decían que era amor, y su mente le decía que era su ego revolviendo el cuerpo, el corrió la mirada y ella hizo lo mismo, los 3 segundos habían pasado ya, se preguntaba cómo se llamaba, quizás María, quizás Natalia, daba igual, el nombre no tenía importancia, lo que si, era que el la vio por tres segundos donde el tiempo se detuvo, se proyecto pensando en ser su novio, en andar de la mano por las calles, y contarle al mundo que eran pololos, pensaba que sus amigos le tendrían envidia por tener a una chica tan hermosa, también pensó en como seria su casamiento con ella, esperándola en el altar, diciendo si quiero, con hijos, hermosos por lo demás, siendo una familia perfecta, nunca una pelea, y solo amor que entregar, sintiendo esa magia toda la vida. Entonces él se arriesgo.

-Disculpa, disculpa –decía el pobre joven con timidez en sus palabras.

-Dime –respondía la joven, con una voz dulce, simpática y tierna. No podía ser más perfecto, se imagino a ellos hablando por teléfono, horas y horas, aun cuando sabia que para conquistar a una mujer eso no se debía hacer, a menos claro que fuera un caso especial.

-No podía dejar pasar la oportunidad, cómo te llamas –continuo el chico, mientras se sonrojaba.

Ella no respondía, solo una sonrisa le entrego.

El silencio era ya incomodo, por la cabeza del apasionado e impulsivo hombre, pasaban voces que le decían, una y otra vez, “estúpido”, “le diste miedo”, “se ira”.

-Elena –respondía ella, después de unos segundos se silencio–. ¿y tú?

-Cristian –dijo rápidamente, el color rojo de su rostro ya no estaba, su corazón latía menos rápido que hace unos instantes, y la sensación de ser un perdedor se había ido. – ¿De dónde eres Elena?

Otra vez ese silencio, ahora pensaba que quizás había algo mal con la chica, o ahora si la había cagado.

-Me agradas Cristian, pero estoy apurada, quizás podamos conversar en otra oportunidad.

-Entiendo –ahora si el ego del muchacho había sido tocado, estaba siendo rechazado por una mujer así de rápido, su voz era ahora mucho más baja, y sus revoluciones estaban casi en cero, entonces el insistió–. Me podri…

-Anota –interrumpió al herido Cristian, con una sonrisa en su cara, continuo–. 8-3-2-2-3-3-4-4 –lentamente le dio número por número.

-Ok, te llamare. –sonrió el chico por ultima vez.

-Pero que no te gane el entusiasmo, bueno. –La chica le respondió la sonrisa con otra, y las miradas a los ojos no paraban de estar una y otra vez. Ella dio la media vuelta y se fue.

“No entendí eso”, pensaba Cristian, aunque saco sus conclusiones solo llego a que ella se refería a que no la llamara hoy.

El entusiasmado joven camino, con una sonrisa gigantesca en su cara, de esas sonrisas que aunque quieras no te la puedes quitar, será que en verdad encontró el amor, o solo le interesaba para un capricho mas, ser engreído con sus amigos, y mostrar que él podía tener a cualquier chica. Dio un paso más y anoto el número en su celular, como Elena”.

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Ya pasaron dos días y Cristian se pregunta si será suficiente, y podrá llamarla, con tanta espera se ha dado cuenta que tiene más ganas que nunca en hablar con Elena, aunque no sepa nada de ella, pareciera que la conociere hace mucho tiempo, esa sensación le gustaba, al parecer Elena le estaba gustando, ¿acaso era posible algo así? si no la conocía, no sabía nada más que su nombre, un solo nombre “Elena”, no sabía si ella pensaba en él, tanto como él en ella, entonces solo llamo.

En la espera entre apretar el botón “llamar” y que sonara el primer tono de llamada, se hacia cada vez mas eterna, como si otra vez se detuviera el tiempo, y pudiera detenidamente sentir esa sensación, como se aceleraba el corazón, el brillo en sus ojos, la ansiedad, el nerviosismo, entonces pensó “no pensé nada que decirle”, el pobre chico se coloco más nervioso esta vez, aun que lo calmo saber que como solo sabia su nombre, descocía todo de ella, así que fuera lo que fuera que hablaran sería algo nuevo, entonces repentinamente suena el tono, las ansias de Cristian eran gigantescas, y se escucha una voz, “El numero que marca no se encuentra disponible”.

Otra vez sus estados de ánimo cambian drásticamente, y piensa lo peor, “Me corto”, “estaba con el novio”, “me dio un numero inventado”, la desilusión estaba a flor de piel, “y si tan solo no podía contestar y me tuvo que cortar”, “o quizás no tenia señal”, Cristian sonrió y dijo que la llamaría luego de fumar un cigarro.

Después de ese cigarro que lo hizo pensar en que le diría cuando le conteste, pensó en varias cosas, como “Hola, soy Cristian, el del otro día, como haz estado”, “adivina quién es” o “¿Elena cierto?”, pero se quedo con la idea de que debía iniciar la conversación, suponiendo que ella esperaba su llamada, con un “¿Cómo has estado?”, entonces volvió a llamar.

Ahora el nerviosismo era mucho menos, tenía un plan a seguir, y era fácil, todo resultaría, tenía en su mente hasta las respuesta que ella podría darle y como responderle, todo estaba calculado. Entonces sonó el tono de llamada y el chico volvió a colocarse nervioso, esta vez solo pensaba en lo que decir y en la dulce voz de Elena. De pronto sonó la voz que había escuchado, “El numero que marca no se encuentra disponible”.

“Mierda, ya no importa, es solo un chica” pensó el desdichado Cristian.

Guardo su celular y prendió otro cigarro. Su plan no había funcionado. Se sentó en la silla de su patio y su celular sonó. En la pantalla salía, “Elena Llamando”, rápidamente se paro y tomo aire y contesto.

-Hola.

-Como estas –Dijo la chica con su dulce voz.

-Bien y tu –respondía el chico que ahora se volvía a colocar nervioso.

-Bien también, ¿qué has hecho? –pregunto la dama al otro lado del teléfono.

-¿Sabes con quien hablas cierto?

-Claro, con Cristian, el chico de hace dos días.

-Y como sabes –dijo el chico sorprendido.

-Porque debías llamarme, no sabía si hoy, mañana o pasado, y como no esperaba ninguna llamada de otra persona supuse que era tu.

-Jajaja.

Después de esa risa todo fue mas calmado, tuvieron una conversación sobre cosas comunes; que hizo ese día, que hizo ayer y que hacia hoy, que harán los próximos días, una risas, algunas preguntas, pero todo decía que una mirada de tres segundos les cambio la vida a ambos, sobre todo a Cristian.

-Entonces que harás el sábado –dijo Cristian.

-Lo mismo de siempre, internet, facebook y leer alguna cosa.

-Entonces veámonos, en alguna parte.

-Me parece, que tal en el parque de la avenida uno –dijo Elena

-Bien, entonces el sábado a las 4, después de almuerzo, podemos ir al cine o algo parecido –respondió el chico un tanto inseguro.

-Tan apresurado que eres, que tal si solo vamos a hablar viéndonos, y si hacemos algo, que sea lo que la naturaleza quiera –le respondió–. Entonces nos vemos, cuídate, adiós.  

Cristian quedo sorprendido como Elena tomaba la iniciativa de todo, cuando estaba acostumbrado a hacerlo él, estuvo unos segundos en silencio y cuando se dio cuenta, el teléfono ya estaba cortado. La llamada termino, y tenía que verse con Elena el sábado a las 4 en el parque de la avenida uno.

---

Llego el día tan esperado para Cristian, la ansiedad lo tenía mal, pensaba y se imaginabas historias de las cosas que harían, que conversarían, pensaba que caminarían, irían a un Mc Donald o alguna cafetería, que conversarían cosas como, “y estas pololeando” y él le contaría la historia mas triste que ha tenido y si tenía que inventar algunos detalles lo haría, porque creía que con eso la conmovería, le diría que es fiel, que siempre lo ha sido, que ama a su familia, ama a los animales, que sufre por la sociedad y que busca la paz mundial, pensaba que era lo que cualquiera mujer quisiera, y en eso se convertiría, como siempre que quería conquistar a alguien, se volvía el estereotipo de cualquier mujer. Se coloco la mejor ropa que pudo, el mejor perfume, se lavo los dientes unas 4 veces por si besaba a Elena, que era a lo que él iba, siempre había besado a la chica en la primera cita y esta no sería la excepción, creía saberlo todo y salió con el pecho inflado a buscar a una mujer que le llamaba la atención de alguna forma extraña.

Estuvo en el parque de la avenida uno, 15 minutos antes de la hora acordada, y se sentó a esperar en una banca. El tiempo pasaba, y ella no aparecía, ya llevaba 5 minutos de atraso y para él eso era mucho.

Se detuvo a mirar una pareja que pasaba por el parque, y pensaba que si con ella sería igual, tomados de la mano, diciéndose el uno al otro, te amo. Y así pasaron los minutos y Elena ya llevaba 30 min de atraso, Cristian estaba enojado, nunca una mujer lo había hecho esperar, que acaso no era otra mujer mas, decía, y en ese entonces se cuestiono, “Ella, que es para mí, una mujer mas, o es algo especial”, no sabía la respuesta, y mientras no la supiera rogaba que ella no llegara, se decía mil cosas a si mismo, pero ninguna le daba la respuesta, miraba para la izquierda y la derecha y de ella nada, y pensaba, “que es ella para mí”, la duda lo asaltaba cuando de frente aparece Elena.

-Hola –dice ella, con ese dulce tono de voz, esa mirada profunda y hermosa.

-Ho…hola –responde Cristian.

El tiempo se detenía, los autos pasaban cada vez más lentos, él la mira a los ojos, y esos tres segundos donde la volvía a mirar y volvía a sentir esa magia dentro de él,  esas mariposas, esa sensación de que no necesitaba nada más que mirarla, y así podía estar toda su vida, que esos tres segundos no se acabaran nunca, ahí estaba esa mujer que con 3 segundos lo había cautivado, Cristian se pudo responder a sí mismo, “Ella, es algo especial”.

-Tienes lindos ojos –Interrumpiendo el momento dijo Elena.

-Gracias, tu igual –le sonrió.

Ella le sonrió y se sentó a su lado.

-¿Tienes el teléfono malo? –pregunto Cristian.

-No, ¿por qué?

-Porque intente llamarte en la semana y no pude, salía la misma contestadora de siempre.

-Ah, es que lo apague, porque no quería hablar contigo.

Sorprendido Cristian se quedo en silencio, pensado en el porqué no quería hablar con él, acaso no le atraía, o no sentía nada por él.

-La verdad Cristian es que me agradas bastante y eso me gusta, pero tenía claro que si hablaba contigo no habría esperado con tantas ganas el sábado para verte –le sonrió.

Ahora si estaba más sorprendido que nunca, “¿acaso ella está loca? Lo normal es que si alguien te atrae, uno habla con esa persona” pensaba. Era primera vez que aquel chico se topaba con una mujer así de directa y sincera.

-Jajajaja me sorprendes, me agrada eso –le dijo con una sonrisa de sorpresa en su cara, todo lo que podía salir de la boca de Elena era sorpresa, y eso provocaba mas magia aun.

-La verdad es que no sé porque me fije en un chico como tú, si mi mente me dice que eres igual a todos, un hombre que se junta con las mujeres para besarlas y si puede pasar algo mas no tiene problema, cree que se las sabe todas por libro, el cual se llama “manual para conquistar”, donde sale todo lo que tienes que hacer, y si, funciona muchas veces, pero con la gente que esta tan mentida en el mundo que se ha hecho un estereotipo de hombre, y cuando lo encuentran creen que es el hombre perfecto, pero no saben que solo actúan de esa forma, y cuando se casan el hombre se convierte en un marido tal cual no quisieron tener, que nunca vieron la vida de la otra forma.
Cristian se calló, solo escuchaba a Elena, y no sabía si lo que decía era un cumplido o no, aunque se sentía atacado no dijo nada, entonces le entro la duda y dijo.

-¿Que nunca vieron la vida de la otra forma? –pregunto extrañado–. A que te refieres con eso.

-A cómo ves la vida, esa sensación que nos da al mirarnos a los ojos, es la otra forma de ver la vida, que se muestra constantemente, pero estamos tan aunados con el mundo material que no le tomamos mayor importancia que solo darle un significado, “amor”.

Se seguía sorprendiendo de cómo existía una mujer que fuera tan directa, de todas formas le gustaba eso.

-Si alguna vez vamos a estar juntos me gustaría que seas de otra forma – dijo ella mientras se levantaba de la banca.

-Es decir, que si quiero estar contigo, ¿tengo que cambiar? –respondió Cristian, sumamente extrañado hasta donde había llegado la conversación.

-No, se trata de que veas las cosas de otra forma, nada más, si cambias será porque tu quieres –le sonrió le tomo la mano y le dijo–. ¿Quieres hacer este camino conmigo?

No sabía que responder, no sabía que pensar, si acaso le gustaba una chica que estaba completamente loca, que habla cosas por hablar, o que jugaba tan bien o incluso mejor que él, en lo que se trataba de la conquista de la pareja, sentía el calor de su mano, y se sentía fabuloso, como latía su corazón, como se aceleraba, el nerviosismo volvía otra vez,  esa magia era más fuerte aun y se volvía a sentir como cuando le gusto la primera mujer en la vida, una compañera de educación básica, a la cual nunca le pudo decir que le gustaba por la timidez y porque no sabría que le respondería ella, sentía que todo era perfecto, cada palabra, la vista del parque, cada sensación de amor que afloraba en él, la miro detenidamente, esta vez no fueron 3 segundos si no unos cuantos minutos, su mente le decía “bésala”, “bésala” entonces el apretó la mano de Elena y se acerco.

-Si, hagámoslo –le sonrío–. De alguna forma me gusta lo que estoy sintiendo y quiero conocer otra forma de vivir, de vivir contigo.



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-Te has preguntado cómo es posible que podamos sentir algo por el otro en tan poco tiempo –dijo Cristian, interrumpiendo el silencio que se había creado.

-Si me lo pregunte, pero le encontré respuesta –responde y se detiene Elena

-¿Cómo?

-Es amor, hubo un tiempo que creí que el amor era conocer a una persona, que era entenderla, pasar tiempo con él, y entonces así podría decir que amaba a alguien o que estaba enamorada –le decía mientras lo miraba–. El amor, no es eso, el amor es sentirse bien, interna y externamente, y es así como me siento yo por lo menos.

-Yo también, pero hablamos una vez por teléfono y ahora, como puedo sentir amor, no me parece lógico.

-Es por eso -se le acerca y le toca la cara–. El amor no es lógico, ni lo que siento dentro de mí, esas mariposas, esa magia al tocarte, no tiene lógica alguna, eso es lo especial de todo esto.

-Entonces podría decir que estoy enamorado –dice Cristian sorprendido por la conclusión a la que ha llegado.

-Sí, somos dos, aunque tienes que tener claro que el hombre se enamora muchas veces, pero solo una puede durar para siempre.

Los dos se miraron y siguieron su camino, se habían soltado de las manos y ahora se las volvieron a dar, y así pasaron toda la tarde caminando entre palabras y risas, hablando de cosas cotidianas pero conversando también de la magia del mundo del porque todos ven siempre las mismas cosas y ya nadie se sorprende con un árbol, o nadie apasiona ver una puesta de sol.

-Entonces vamos, te invito a ver una puesta de sol conmigo –le dice Cristian a ella tomándola de la mano.

-Bueno –responde ella, con una voz tímida, pero dulce.

Cristian la toma de la mano y empieza a correr con ella.

-Vamos, conozco el mejor lugar para ver el sol.

Sigue corriendo hacia algún lugar, en ese momento sentía que todo era mágico, otra vez, llevarla de la mano, correr con ella, y estaba seguro que ella sentía lo mismo, correr a un lugar que no conociera, ver la puesta de sol con la persona que quería, y poder decirse a sí misma que el destino le sonreía esta vez, el estaba igual, en ese momento no había mejor sensación, hubiese sido perfecto que le sacaran una foto, corriendo de la mano con ella, para poder recordar siempre que con una persona en un día se puede hacer lo que nunca creíste qué harías, sentir amor.

Mientras seguían corriendo, se escuchaban risas de los dos, el nerviosismo atacaba de nuevo, esta vez ya no eran más jóvenes, sino que dos niños que tomados de la mano jugaban a que podían disfrutar cada segundo estando juntos, mientras son niños aun, Cristian dice.

-Llegamos –le toma la mano más fuerte aun y dice–. Llegamos a tiempo –el sol aun no se escondía pero empezaría su descenso en cosa de minutos.

Era un lugar hermoso, parecía un mirador de la ciudad solo que este se encontraba a la mitad de esta, en un cerro, entre los arboles había una vista espectacular de algunos edificios y al lado de estos el parque de la avenida uno, de fondo estaba ese cerro que hacía ver la puesta de sol de manera espectacular, con la ayuda de la humedad el sol se vería de forma espectacular.

Elena le sonrió, se sentaron en el suelo y le dijo –Gracias, por ser así.

-No hay de que –respondió él–. Tu me enseñaste que el amor no trata de conocer a una persona, que tampoco es pasar una vida con esa persona, sino que es sentirse bien consigo mismo de todas las formas –él le tomo el brazo, se apoyo en su hombro, tal cual como lo hacia la mujer en una sociedad “normal” y continuo –Es lo menos que puedo hacer por ti, gracias también.

Se quedaron en silencio durante toda la puesta de sol, ella le hacía cariño en su mano y él le respondía con su dedo gordo, mientras sea reciproco podrán estar toda la vida así.

El sol ya no se encontraba, y el cielo cada vez estaba más azul, ya casi negro, pero ninguno de los dos se quería mover de ahí, estaban sintiéndose bien cada uno, sintiendo que de algo tan pequeño como 3 segundos puede nacer algo tan mágico, como una puesta de sol.

-De alguna forma me haces actuar raro – dijo Cristian.

-Cállate y disfruta el momento.

La sonrisa fue mutua y tan solo estuvieron allí mirando el cielo y sintiéndose acompaños una vez más.





1 comentario:

  1. Hola, un buen cuento "Elena", lo lei en portalnet y está muy bueno... bonitos detalles...

    pasaba para invitarte a leer el blog d eunos amigos:
    www.poetasbandidos.blogspot.com

    el cual contiene publciaciones de distintos poetas chilenos que son aún noveles o aficionados.

    Te dejo tmbn mi blog:

    www.esdenada.blogspot.com

    saludos

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